Artículos Francisco Umbral

Pilar Miró


Pilar Miró, la madrlleña Pilar Miró se ha vestido de tenor de ópera para un dominical, obedeciendo a un subconsciente convencional y fotográfico. Pero, a propósito de la farsa grafica, Pilar ha dicho algunas de sus verdades más interiores:-Lo bueno del tener es que siempre encarna la ternura.



"Ternura". He aquí la palabra. Mejor que buscar a la mujer, buscar la clave de la mu.jer. Pilar Miró, que va de dura por la vida, y lo es, prefiere siempre la palabra ternura. Es la palabra que elige toda mujer, para sí y para su amor. Ternura.



-El tenor representa mejor que nadie la estética del perdedor, con la que vital y artísticamente me identifico. Es el héroe solitario que motiva mi ternura. De algún modo, yo soy el príncipe de Don Carlo, de Verdi, y ese personaje tierno e indefenso aparece, de una u otra forma, en mis películas.



Nunca Pilar se había confesado tanto. Siempre se confiesa uno más a través de un tema intermedio, y la ópera, nada menos que la ópera, es todo un intermediario. Ese personaje débil, con armadura de entereza, lo habíamos visto siempre en las películas de la Miró. Con frecuencia es ella misma, en figura de una actriz. Y la televisión. ¿En qué medida puede transferirse ternura íntima a un medio tan impersonal como la televisión? La Miró anunció algo esperanzador en sus proclamas, al ser nombrada. Y algo se va entreviendo en las realizaciones. Pero la TV es periodismo y el periodismo es más fáctico que sentimental.



Para la mujer, la palabra amor es sólo el seudónimo de "ternura". Hoy, en el alma o fondo del cuerpo de la directora generala luchan la mujer fuerte y la mujer débil. A mí me ha conmovido con alguna reposición de Marsillach y con algún western "tierno", como los de Sergio Leone. Quizá, esa mitad del cielo que es la mujer, querido Manolo Gutiérrez, principia a alumbrar sobre una televisión de sangre y nocilla. Pilar hubiera querido ser tenor/sufridor en la ópera y, lo que es más, en la vida. De ese tenor que hay en ella es del que estábamos enamorados. Sin saberlo, naturalmente, que uno es muy hombre, usted no sabe con quién está hablando.

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