Artículos Francisco Umbral

Ultrasur


Venían del Hondo Sur, de camisetas rojas y zamarras de astronauta, venían de caligrafías y pancartas, de pancartas escritas y verbales, venían los Ultrasur, los viejos muchachos, con cabezas violentas y con globos. Venían al Bemabéu, vienen algunas tardes, algunas noches, por dialogar a ostias el diálogo Norte/Sur, que ellos son el Sur lento y solariego, las fábricas, el cinturón de miseria, el cinturón rojo, el cinturón industrial y otros cinturones, a más de la viborilla de agua que es el Manzanares por aquellas bajuras, muy ensalzado de puentes, pero nada. Venían los Ultrasur, respuesta violenta y doncella, ya se ha dicho, dentro/fuera del diálogo Norte/ Sur, sabedores oscuros de que once solistas del balón (qué es el balón sino un instrumento musical y silencioso) interpretan para ellos la melodía de un Madrid/Madrid/Madrid que se agolpa en lo que tiene de villa, de Corte, de oso, de madroño, de Chicago, de Chinchón, de Madridejos y de Azca. Ultrasur o la venganza y la revancha, desde el graderío/farallón de caras, contra el equipo provinciano o el conjunto extranjero. Venganza sin victoria, a veces, que entonces es más venganza, y violencia en el concierto de los once solistas del driblaje, que hacen su ballet blanco sobre la noche verde de los focos. Ultrasur, un Madrid reprimido, retraído, una tribu tatuada de metalurgia y escudos, un ruido y una furia de juventud que se expresa mediante once solistas en slip.Algo así es Ultrasur, o me parece. Mucho más que una revancha deportiva, aunque ellos no lo sepan. Una forma ultrapolítica de "expresión y reunión" (que hubiera dicho Blas de Otero), una interrupción del convencional diálogo Norte/ Sur mediante el botellazo y la pancarta a gritos. Hay un Madrid pedigroso que se expresa en ellos, anterior o posterior a la política, hay un espesor de juventud suburbana que ha elegido esta épica como otra. Allá por donde las fábricas y los cementerios de automóviles y un avión pinchado en un palo. Allá donde el Manzanares es viborilla de agua al sol atroz de las multinacionales. Mejor la valla.

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