Artículos Francisco Umbral

La Concepción


No se atrevía uno a decirlo hasta que nuestro Laín lo ha dicho: "El traslado de la Concepción a Alcalá afectaría muy gravemente al rendimiento científico y al prestigio de la Fundación". Uno escribe entre una estufilla que ya se quema a sí misma y una máquina olivetti de cuando entonces, portátil. Uno, de vez en cuando, va a La Concha, a la Jiménez Díaz, como ustedes quieran, a que le miren la muerte por dentro hombres como Carreño, como Rábago, como Pacios, como Sanabria, como Leoz, como Mogena, como Gó mez Orbaneja, que se me ha muerto entre consulta y consulta. Como Jiménez Díaz, mismamente, de cuya mágica imposición de manos ya tengo repetidamente escrito, y que allí me la hizo. Laín, que no repara en cartas, ha escrito al ministro de Sanidad y le ha pedido que no cierre la Jiménez Díaz. Un hijo de Laín, allí, me curé a mí una cosa gástrica. La Concepción es el sitio donde me ha muerto y me ha vivido mucha gente, empezando o terminando por mí mismo, mucha gente querida, necesaria, y uno no ve la razón para que haya que sacarle esa muela a Madrid. La razones meramente económicas ya no son razones, señor ministro, y esto se lo dice uno que ha leído a Marx. Campechanía eficaz y directa de Carreño, ascetismo científico de Rábago, simpatía eficaz de Pacios, democratismo americano de Sanabria, sabiduría milenaria de Leoz, dandismo científico de Mogena, paisanaje entrañable de Orbaneja. ¿Es que todo eso se lo van a llevar? Hago una crónica subjetiva, sí, porque me da la gana, porque sé cómo la Concepción es un mundo, y uno ha llegado a conocer profundamente a sus hombres.Uno ha vivido la Concepción en la vida y en la muerte. Fino analismo del doctor Fayos, humanidad callada, sobria y profunda de Linares, tan digno de silueta. Miles de madrileños se han familiarizado con la imagen entrañable de estos médicos/padres. Hoy sabemos lo que la contratrasferencia emotiva supone para el enfermo. No se puede deshumanizar la Concepción, llevársela a otro sitio, que era como la Casa de la Vida -y es- de las tribus primitivas. La Fundación Jiménez Díaz está fundada en nuestro corazón enfermo y sólo un brutal burocratismo puede desarraigámosla. Uno prefiere morir ahí a salvarse en otro sitio.

Comparte este artículo: