Artículos Francisco Umbral

Noche de verano


La ciudad es un oro nocturno y todos salimos de protagonistas a la intemperie y la reseda. La gracia de epatar incluye la liberación de la personalidad diurna, que es convencional y colectiva, más demagógica que democrática. El calvo interesante de gafas negras, la coleta el doble cinturón de tachuelas y un par de relojes en la muñeca: el tradicional y el de usar y tirar cuando da el cuarto de hora. Las camisas con corbata incrustada, las piedras de colores, la motorista con corpiño de su abuela, esa joven motorista, aquella motorista. Madrid. Todos nos volvemos otro a partir de las doce de la noche, como en los cuentos. De noche vuelve a ser verdad Freud y lo que se pasea son egos, superegos, superyoes. La noche es el reino del id pasado por la lámpara de cuarzo. El que baja a la terraza de Castellana con bañador de un cubismo desconcertado. La que pasea minifalda de plata. La noche, en verano, es la orgía de la personalidad, "el discurso del Otro" resumido en look, una estela de perlas relativas que deja tras de sí la emperatriz de su anonimato. La noche es la oportunidad de ser alguien sin ser nadie, el golpe de Estado. del subconsciente tan consciente, del yo reprimido que se sueña protagonista en una ciudad diurna fundamentalmente antagonista. Bordelería negra de la noche sobre la carne llamante/llameante de la mujer. Oros de peluquería y secador como hogueras de auxilio al extremo de una terraza, tejanos rasgados por donde suena a la vista el cobre del muslo, y esa lepra de lujo de las pegatinas sobre los pechos desnudos. Todos queremos tener una personalidad. De noche somos más ricos porque están cerrados los Bancos. Enagua retro y vaqueros con parches; los negros, condenados a ser un lujo de lo blanco, hombreras nazis. A ellos les sobra ropa y a ellas les falta. Pelucas de color inventado, de un malva posterior a todos los malvas y a todas las malvas. La noche de verano, en Madrid, es la pugna de la personalidad, la ordalía de los superyoes frustrados y diurnos. Toda una rica fiesta. Pero lo fuerte, tíos, es componer la misma figura de día, ser uno/único a las tres y cuarto de la tarde.

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