Artículos Francisco Umbral

Las Rozas


Llevo como once años viviendo en Las Rozas. Las Rozas, donde Harguindey toma el tren cómodamente para venirse a Madrid, es ya la posteridad. Desde Las Rozas se ve el mundo como desde esa muerte en vida (la verdadera muerte vividera y feliz) que empieza a los cincuenta años.Cuando llegué a Las Rozas, era como un Guadarrama previo, un pueblo con un bar, "La Taurina", una cabra, unas obras paradas y solitarios aldeones de polvo y arena. Yo me paseaba mucho entre el bar y la cabra. Hoy, Las Rozas es una pueblo urbanizado, racional, jaspeado, con hipermercados, cafeterías, discotecas, un alcalde joven, un concurso de belleza (del que a veces soy jurado), una plaza de toros desmontable, muchas farmacias que perfuman de salud y unos sistemas de enseñanza edificados y racionalizados. Hay otros pueblos así, por aquí y por alla, que han crecido con la gestin socialista y que han salvado, sobre todo, entre municipios y pueblo, el peligro de quedarse en ciudades / dormitorio. Las Rozas no es una ciudad / dormitorio, sino la feliz posteridad tras la oficina, para unos, o la única y definitiva posteridad vivible para otros. 0 después del trabajo o después de la vida (Madrid, tierra quemada, queda lejos), en Las Rozas no sólo se vive, sino que se convive. Y el que todo el mundo duerma aquí a sus horas no supone, ya digo, que esto sea una ciudad / dormitorio, sino una ciudad que despierta. Paseando por Las Rozas en transformación he escrito muchos artículos y libros que luego escribiría a máquina. 0 no. Puede servir este pueblo como ejemplo para dignificar un medio urbano / rural.



Hay muchos pueblos así en torno de las grandes ciudades, en España y en el mundo. Su postmodernidad consiste en haber superado el estadio industrial y somnoliento de ciudad / dormitorio para convertirse en célula urbana, actual y funcional, que todavía mima a la vieja sentada a la puerta de su casa de cal, fija en su eterna función de darnos las buenas noches. Entre la hamburguer y la nueva difusión de la cultura, lo que pasa es que uno, en Las Rozas, ya no encuentra la cabra.

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