Artículos Francisco Umbral

Areilza


La otra tarde "metimos" a Areilza en la Academia. Me fijé en el personal que llenaba la sala y el piso alto y me dije: "Aquí está el partido de Areilza". El partido que Arcilza nunca ha tenido.Señoras de media tarde, damas del jueves, ancianas leídas, caballeros que han perdido pie en la derecha, aunque el pie sea de armadura. Y es que en España, a saber, y concretamente en Madrid, tenemos dos derechas: la derecha silvana o redil de Fraga, abandonado hoy al azar de su pastorcillo, y la neoderecha neomonetarista, que la ha fichado toda el presidente González en su cuadra, para que le eche las cuentas. Entre una y otra derechas, uno encuentra.en Madrid un oscuro viacío, un claro hueco (sobre el que a veces hay que saltar), y que es nada menos que eso de la derecha civilizada, culta, democrática, tan necesaria para la buena marcha de toda democracia. Eso sólo podía nacer de Areilza, y a Areilza. se le ha marginado, se le ha sacrificado por una política generacional, aunque la otra tarde estuvieran los Reyes en la Academia (y aunque la reina Sofía compre mis libros en el Rastrillo). No lamenta uno aquí (lo he lamentado más en libros que él sabe) la inmolación sacrificial de Areilza, sino el vacío, el agujero negro que, como consecuencia, se ha producido en nuestra derecha. Ya sólo tenemos la derecha silvana que tira al monte y la derecha/ Azca.



Pero la derecha / Areilza, tan necesaria para una sociedad democrática occidental de hoy, tan europea, no ha podido generarla el nuevo académico por falta de voluntad general. Areilza da a la derecha la misma imagen educada que daba Tierno a la izquierda: son modelos a seguir, conductas a perseguir. La otra tarde, en la Academia, estaba el partido / Areilza, su derecha, su gente anónima y bienoliente. Todos los votos potenciales de un líder que nunca lo fue porque no le dejaron. Ya que aquí no hemos importado la guillotina, ni siquiera el castizo garrote vil en la plaza de la Cebada, habría que cultivar esas cabezas que no se cortan, y eso sólo pudo hacerlo, en momentos crucíferos, el gran maestro / maestre de la derecha, de una derecha con cierto toque brut de cultura y progreso. La Academia ha tenido más vista.

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