Artículos Francisco Umbral

Iglesias


Y ahora van y le sacan "Macho Latino" o algo así, y uno se pregunta y todos nos preguntamos a qué machos latinos representa el chorvo, que los machos latinos de la jet están en el tecno / pop y los machos latinos de la movida están en el rock duro y penúltimo.Julio Iglesias: ¿a qué rayos de macho latino, de latin / lover (que es lo que éramos de pequeños Manolo el Guapo y yo, en el Gijón) representa Julio Iglesias, ese Sinatra tardío y provinciano que no hace sino perjudicar el mito / Sinatra? Lo cual que a Manolo el Guapo le puso "Manolito de Madera" la inmortal y muerta María Antonia Dans, por la que rezo todas las mañanas. ¿Qué España es la que vende Julio Iglesias, a qué generación corresponde, a qué juventud, a qué retablos? A nadie ni a nada. Sólo es una cosa que queda balbuciendo, sonando a todo sin sonar en nada, una nostalgia no demasiado aguda, para que no duela, una actualidad no demasiado actual, para que no comprometa. Un cursi. El Consejo Europeo que pronto va a presidir Felipe González corresponde a una España real y consciente, que sabe lo que vota y lo que quiere, que le da el premio Ruano a nuestro Máximo, trocando el lirismo en crítica / autocrítica. Pero Julio Iglesias no es que cante bien ni mal, sino que va españoleando una España que no existe, una España tenuemente colonizada por Hollywood. JI canta para /desde las clases medias que no saben lo que votan, que creen ciegamente en aquello de que "la vida sigue igual".



Ahora, a Julio Iglesias le ha salido otra novia, una tal Dasy Núñez (léase "Deisy", léase Núñez), que es morena, perfileña y dentona. Español de Florida Julio se ha enrollado con esta Miss Brasil del 86, llevan ocho meses saliendo y nuestro cantante es en Brasil (como en Chile, como en todos los paraísos del tercermundismo, cultural), un ídolo que no paga impuestos, o los paga tarde y con mucha publicidad, como un Guzmán el Bueno / Moscardó que estuviese arrojando el cuchillo a Felipe González para que se lo clave en el corazón acolchado por la cartera. (Los demás aforamos sin fotos.) A uno le parece que Julio canta bien y neutro, que canta siempre por voz de otro (como esos poetas del Gijón que te hacen un soneto por Lorca o Lope de Vega a cambio de un café, pero que jamás han hecho un soneto propio). O sea, que lo que a uno le cabrea no es la falta de profesionalidad de Julio, sino su impersonalidad artística, que se traduce automáticamente en impersonalidad social: ¿a quién coños representa este cantante, por bcea de quién habla, qué espacio social tiene detrás? Nada, nadie, ninguno. Ni la juventud / pop (mi íntima y querida Marta Sánchez) ni la juventud/ rock (de Radio Futura a Ramoncín, con quien acabo de esnifar el tiempo puro del tiempo). Entonces qué. Hay una vaga galaxia de corazones celulíticos y mediocres, de adolescentes con dos cursos de BUP retrasados, con dos cursos de COU perdidos, madres e hijas que flotan, como cuerpos celestes e imbéciles, en tomo de Julio Iglesias, en España y América. Cuando todos los cantantes, empezando por Víctor Manuel, quieren dar testimonio de su tiempo, y han hecho de la juglaría renacentista una juglaría política -Serrat, Raimon, Aute, Andión, etcétera-, el señor Iglesias sigue cantando a la nada desde la nada. No nos extraña que le abandonen las chinitas / limón por hombres más acuñados, por héroes de la política y la economía. El testiculario lírico se traduce en canción. Y la canción de los números puede contener más hombre que la canción del perdido e impersonal cancionista. Ellas siempre aciertan.

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