Artículos Francisco Umbral

Mario


El Nobel es una cosa que sirve para matar lo que muere y para matar lo que nace. Cándido Pérez Gállego, en su último ensayo, viene a calificar el premio de "nefasto" o algo así (Taurus). El boom latinoché murió cuando le dieron el Nobel a García Márquez. Unos optaron por el cáncer (Cortázar) y otros por la derecha (Vargas Llosa, Mario), que no sé qué es peor.Nos interesa aquí y ahora el caso/Mario. Vargas Llosa hizo una reciente y ruborescente campaña a favor de la banca privada (toda yanqui) de su país, en nombre de la libertad. Ahora le aplica un cierto hermetismo a la cuestión de su candidatura a la presidencia de Perú. Hermetismo de aceptacíón: las negaciones brillan como espadas. "Lo más grave es el acercamiento al grupo comunista", dice el autor de La ciudad y los perros, gran novela faulkneriana. Vargas Llosa ha visitado Miami, faltaría más, muy recientemente. Las elecciones en Perú son para 1990. A Vargas Llosa le apoyan, en su país, el centro/derecha Acción Popular y la formación de derecha Partido Popular Cristiano. Paralelamente a esta movida, Sendero Luminoso, esa romería lírico/fascista, causa más de 20 muertos en el país. Sendero Luminoso ha volado torres de energía y provocado apagones parciales en Perú. Cuatro policías crucificados a balazos en Huanuco. Han sido asesinados una docena de civiles, entre ellos varias autoridades políticas. Los rebeldes han destruido la cooperativa azucarera Andahuasi, todo contra el Gobierno legítimo y legitimado de Alan García.



Ésta es la corona involuntaria de pasión y muerte que tiene Vargas Llosa en tomo de su bella cabeza indoespañola, quiera o no quiera, mientras canta en Miami la libertad de mercado. No vamos a caer ahora en historicismo, pero la Historia, por azarosa, juega a veces a la simetría si a García Márquez le dieron el Nobel, a Vargas Llosa sólo se le puede compensar me diante la presidencia de su país Suele entenderse que el escritor que se mete en política (como protagonista, no como testigo que etirnológicamente es igual que mártir) se acaba como escritor. La sentencia me parece ruda y simple. Uno diría más bien que no es la política la que agota al escritor, sino que el escritor que se siente agotado se mete en política: se reafirma en otro terreno. La primera función de MVLL, La señorita de Tacna, era un engendro poslorquiano que sólo se redimía por los glúteos líricos y alvariños de Rosalía Dans. En cuanto a la segunda fúnición de MVLL, remito al lector a nuestro críticü teatral de este periódico, maestro HaroTecglen. Y, en cuanto a La guerra del fin del mundo, digo por mí mismo que es una mala versión realista y negativamente infinita de Dios y el Diablo en la Tierra del Sol, del gran cine brasileño. Y en cuanto a El hablador, vuelvo a remitir, al desocupado lector, a los jóvenes y cruentos críticos de este papel. Un gran escritor, en fin, emulsionado por la política, el poder o la ambición.



Hasta Madariaga, aquel retablo, advierte al escritor en general de los peligros de la política, aunque él cayera en todos. Vargas Llosa, Mario para los amigos, entre quienes no tengo el honor de contarme (no me fascinan los hombres morenos), empezó, como todo el boom, potenciado por la Historia y las historias, personalidad, vida y milagros de Fidel Castro, y ahora está en liberal proamericano. De la literatura española sólo le interesa Corín Tellado, y en su estudio sobre García Márquez sólo le encuentra al colombiano influencias nordeuropeas, ni una sola de España, en una obra escrita en español, y siendo tan visibles en GGM, Valle-Inclán y Gómez de la Serna. MVLL vivía en Barcelona, cuando entonces, porque Madrid era fascista. Tiempos, tiempos.

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