Artículos Francisco Umbral

Futbolistas guapos


Antes, nuestros futbolistas eran unos señores guapos y se les podía llevar al fútbol, al partido me refiero, y a los bares elegantes. Las amigas, novias y esposas, le acompañaban a uno de buen grado porque a las mujeres siempre les ha gustado ver hombres en acción. Cuando no hay otros, les gusta ver curas. Pero este tema de los curas lo dejaremos para otras calendas porque es mucho tema. Hoy queremos examinar al futbolista sexy, que no son todos ni mucho menos. Quisiera recordar los felices 60, cuando Lola Flores, enamorada de un futbolista, quiso montar una Liga de hombres que no usan ligas. El fútbol femenino era desastroso, pero los caballeros encontramos resuelto nuestro domingo deportivo y hasta un comediógrafo amigo mío, Luis Maté, estrenó Los maridos engañan después del fútbol. Pero todavía hemos conocido al futbolista dandy conduciendo su Ferrari por la carretera de La Coruña, hoy A Coruña. El futbolista caro tiene sus músculos para lucirlos en la Liga y en la Copa, y así era antes, y ellas y ellos estaban contentos. Ahora, con los fichajes internacionales, se da el futbolista amanerado, el futbolista contento, el futbolista guapo, que es un número y sólo consigue que le griten los ultras. Recordemos la cabeza de Di Stéfano, que tenía melena de violinista, o a lo mejor era otro, que en esto de los hombres uno no se aclara mucho. En la transición de la época de Zarra a otras épocas, hemos pasado por la era de los futbolistas guapos, que no se acaba nunca y comprende las cabezas peladas, las caras tatuadas, las camisetas amotinadas, etcétera. Detrás de esta era se adivina el fútbol político, que el otro día ya se deshuesó con una Cibeles miliciana, un Calderón liberaldemócrata, una afición fanática de Madrid capital que jugaba como el Getafe y me recordó el fútbol caliente de Vallecas, del que yo escribía en los 60. Por entonces, el futbolista adolescente y ya fichado era el mito erótico de las vallecanas. Ahora, el fútbol de barrio es una cantera impersonal de horteras que asoma en cada calle con sus rebequitas por las caderas, y cuando pasa a primera luce una esposa sueca y desganada que está allí por amor a su marido con fichaje en el Play Boy. Lo cual que a los futbolistas no les sienta bien el luto, detrás del que se adivina un mozallón de la Europa de las culturas fichado en Madrid con señora y todo. Todo esto lo han traído los desfiles de modelos masculinos, que tratan de estimular a la afición en otro sentido para que, cuando fichan, no se les desvíe su campeón particular hacia la Europa de las patrias que se quedaron en bolas, ustedes ya me entienden. Conclusión: el futbolista español ha sido y es un macho fileteado de costurones por amigos y enemigos, más la batalla de las fuentes, Cibeles y eso, que le espera al fondo de la noche. Para terminar, al chico le faltaba un reglamento de Escartín y una Lola Flores. Ahora le habita todo un fondo de armario, como ya hemos dicho al principio, y un agente extranjero o ministro de Exteriores, que recorre el mundo con Condoleezza Rice. La señorita Rice busca hombres feos y castos para fortalecer al Yankees. Calderón busca hombres feos y colchoneros para fortalecer al Atlético.

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