Artículos Francisco Umbral

Dios


Moscú y el Vaticano parecen dispuestos a negociar la muerte de Dios. El deicidio sería en Leningrado, según Juan Arias. De momento, sólo es una hipótesis de trabajo, pero tenemos noticias anteriores, obviado Nietzsche, naturalmente, que se ha quedado tan teológico como Santo Tomás. Guido Morselli, muerto en el 73, dejó escrito Roma sin Papa, delgada sátira sobre la Iglesia del 2000, que ahora publica Herralde/ Anagrama. Como es sabido, la naturaleza imita a Herralde; en el libro de Morselli hay un Concordato Moscú/Vaticano, conocido como "la bomba blanca". Bueno, pues ya está, ya lo tienen aquí. Frente a Estados Unidos, naturalmente, en el libro y en la vida. Rusia es mucho más mística que USA, y los "usacos" (Ydígoras) son quienes han matado a Dios con una máquina de picar hamburguesas McDonald's. Desde Nietzsche, sí, Dios es una hipótesis de trabajo, pero la muerte de Dios también. A Dios lo matamos todos los días o de su muerte comemos. Juan Pablo II pide prudencia en las sentencias de nulidad matrimonial. Avisa del abuso de los motivos psicológicos, o sea, la famosa "incapacidad psíquica", que suele recaer en la esposa y que es una manera jurislegal de llamarla tonta, como le ha pasado hace poco a la ex de don Alfonso de Borbón, nada tonta por cierto, y sin embargo nieta de Franco. En La Rota tiene lugar la muerte de Dios todos los días, cada vez que se anula un matrimonio al precio de la libertad, que no tiene precio, o sea, muchísima pela. Dios muere en las máquinas tragaperras, según monseñor Suquía, donde perdemos un dinero que debiera ser para los pobres. El Episcopado español registra "desinterés por lo fundamental y curiosidad por lo anecdótico". ¿Acaso no son la Biblia y el Evangelio libros de anécdotas, fascinantes por lo narrativos, con tías buenísimas que se vuelven de sal y meretrices que ungen los pies al Cristo? La Iglesia de hoy, cuya muerte profetiza Morselli, debiera ser más distraída, más espectacular, algo así como más veneciana, según hemos insinuado aquí repetidamente, muy en la escuela/Lefebvre. Pero nuestros obispos parecen párrocos pedáneos con boina. Dice Juan XXV, el Papa de Morselli: "Dios no es cura". Camus lo había dicho años antes: "Si existiese Dios, no serían necesarios los curas". Por el otro lado, por el lado del legendario e icónico misticismo ruso y tolstoiano, también se produce la ruptura y la muerte de Dios. (Trapiello acaba de leer Ana Karenina y dice que no ha aprendido nada: yo tampoco). Ruptura y muerte de Dios que se consuma en Maya Plisetskaya, corza/garza, primera bailarina del Bolshoi, que se queda a trabajar en Madrid. ¿Rompe con la mística de Tolstoi, con la de Lenin, con la de Stalin? Rompe, en fin, con la mística rusa y deja de ser el rehén de sus ¡conos. Dios ha muerto en el Gulag. "Lo ideal para mí es que en un bailarín todo sea talento". Rompe con la mística soviética de la disciplina. Pero vengamos a lo de ahora, que dijo el clásico: Comisiones Obreras y UGT ya son lo mismo, según Solchaga. Quiere decirse que los grandes sindicatos reniegan de sus dioses respectivos y enfrentados. Mi única experiencia sobrenatural fue cuando el gran Jiménez Díaz me hizo imposición de manos en la Concepción, que ahora se la quieren llevar a Alcalá, contra todo sentido. "Con Fraga nos moríamos poco a poco", dicen los patriotas sueltos. AP ha vivido en Fraga la muerte de Dios. Dios ha muerto en el XXI con la conferencia de un "herribatasuna". Dios muere en Moratalaz con el ciclo de Concepción Aparicio, "Poetas y fornicio". Dios vive en Aurora Bautista: "La fe nos ayuda a no abandoar la lucha".

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