Artículos Francisco Umbral

Torrejón


Todos dormimos más arropados y protegidos desde que sabemos que los aviones F/ 16, de Torrejón de Ardoz, van equipados con bombas nucleares. Esto es una seguridad contra el peligro de que una noche, mientras dormimos, venga un moscovita y nos viole. A Torrejón llegan escuadrones de reserva de cazabombarderos procedentes de Estados Unidos, claro, y cada nueva pollada es recibida con algazara por los vecinos, que hacen folklore castellano para los héroes del espacio. Y lo seguros que estamos. A lo mejor, hasta alguna moza de Torrejón saca novio de entre estos pilotos. De Torrejón parte un escuadrón, o sea 24 aeroplanos, periódicamente, hasta la base de Aviano, en el norte de Italia. Los 24 pájaros y sus 24 pilotos y sus 24 ayudantes y sus 24 bomberos son despedidos, asimismo, por el pueblo de Torrejón, con movida a lo Luis Berlanga (con quien acabo de almorzar), charanga y pandereta. Torrejón es una fiesta, aunque otra cosa me dice Esperanza Alonso, la bella actriz, que va allí a echar versos clásicos de vez en cuando. Los tres escuadrones de aeroplanos F/16 (véase Tiempo) que USA tiene en Torrejón son la fuerza nuclear de uso táctico que aplica la OTAN permanentemente al flanco Sur de Europa. Los yanquis, pues, no son muy partidarios de dejar esta base, cuyos aparatos irían provistos de bombas nucleares en caso de movida. Pero los madrileños nos sentimos como demasiado protegidos por todo ese gallinero atómico, y comprendemos bien la paciencia y la insistencia del admirable/incansable Fernández Ordóñez por cambiar las cosas de sitio.Hay un cuento de Alfonso Sastre en que dialogan, en un hospital, la cabeza de un madrileño y el cuerpo de otro, que es lo que ha quedado de la fiesta nuclear. Uno no quisiera ser esa cabeza ni ese cuerpo. Torrejón/Madrid resulta que, con Franco, era el talón de Aquiles de la defensa de Occidente. Y lo sigue siendo. Estamos muy contentos de ser tan cruciales en el mogollón posthistórico, señores yanquis, pero apártense un poco, que dan calor. Tanto entusiasmo como pusimos en votar OTAN, y no sabíamos que ustedes metían tanto ruido y que íbamos a vivir con un cazabombardero en el cuarto de estar. Torrejón ya es Amerika, pero a la viceversa.

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