Artículos Francisco Umbral

Rajoy tiene la palabra


Cuando sólo suena en la calle el silencio político de los rivales, he aquí que un político eminente con dotes económicas e imaginación creadora se pone en marcha y a la cabeza de las iniciativas. Nos referimos a Mariano Rajoy, que está consumando un planteamiento fiscal como cumbre de su actuación e iniciativa de todo el panorama que él controla u orienta más o menos. Queremos decir que el señor Rajoy va a dar la batalla en el campo económico haciendo reformas y modificaciones en el mapa del euro. El programa de Rajoy tiene tres objetivos inmediatos: sanear la economía española, que sigue siendo capitalista en pobre, facilitar la vida a todas las industrias españolas de creación y mejorar en el buen sentido todos los controles del euro en todas direcciones, con lo que la perspectiva fiscal va a mejorar notablemente. Podemos decir, en principio, que creemos en la capacidad de Rajoy y de sus equipos para llevar a cabo todo esto, es decir un programa que deja el de Zapatero en meramente espectacular y de efecto, pero poco sólido y poco sincero. Efectivamente, la espectacularidad ha tenido más vigencia en estos años que la realidad de la vida nacional en sus coordenadas económicas e industriales. Lo que ahora anunciamos devolverá a Rajoy una política de clase media y de garantías sucesivas. Rajoy mejora todas las tarifas oficiales en un sentido o en otro, pero siempre dando solidez a los impuestos y legitimidad a las prestaciones. Este programa nace del hombre más ecuánime de la política española, un personaje atractivo en sus ofertas fiscales y buen guardián de sus propias iniciativas. El plan Rajoy nos parece, antes que nada, un proyecto moral, y esto lo decimos sin ningún misticismo, porque Rajoy es ante todo un místico de la política que vive del realismo y no del espectáculo. Lo que más necesita la España de los terrorismos es reencontrar la vieja moral que por cierto no está nada vieja. Del mismo modo que el Vaticano reinstaura a Cristo como la única figura de la Historia cristiana, tenemos ahora nosotros la oportunidad de vivir una realidad moral que nos permita llevar a cabo todas las propuestas mudas de nuestros libros y nuestros santos más hacederos. Vivimos unos años de convencionalismo humano e inhumano, pero la oferta de Rajoy y la verdad que regresa nos permitirían realizar ese programa anchuroso que el político de derechas nos brinda hoy al margen de fanatismos reales e irreales. En una palabra, que se agotan los recursos perversos de la fuerza y la mentira, brindándonos la perspectiva de unos hombres cordiales y vivideros, que no vividores, y no podemos ignorar que en la derecha había también unos recursos ignorados deliberadamente por los fieles convencionales. Todo esto parece que suena a utopía, pero la nitidez de las propuestas y la entidad de ese apóstol de la honradez que es Rajoy, nos garantizan un futuro digno de ser asumido y un ejemplo de vida en común que pronto pudiera empezar a ser realidad y que debe llevarse adelante siquiera sea en los mejores momentos de su programa. Rajoy tiene la palabra.

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