Cuéntame cómo pasó
Bien, ya está, ya se lo han dicho todo, hemos llegado al final, uf, qué cansancio, por fin, aquí ha terminado todo, lo que quiere decir que todo empieza de nuevo, ustedes disimulen, pero hay que apu rar la historia para entrar en otra historia y así siempre, reempezamos y reemplazamos la Historia de España. Ya han sonado las grandes palabras, La Zarzuela, la guerra, la denuncia, el asesinato, l a mentira, todo eso. Ya se han pronunciado las grandes palabras que nunca se pronuncian. Rajoy invi ta al otro a que visite el palacio final, que es el palacio discurrido por la muerte. Recordemos el principio de todo, la magnitud del pasado cuando era futuro. El presidente empezó difundiendo pequ eñas mentiras justificativas en el primer caos del Estado. Luego han sido palabras solemnes, condec oradas, decisivas. El señor ZP ha ido abroquelándose de verdades falsas que le han servido para pre sentar una armonía de sistemas dentro del Sistema. Parece que no pero comenzamos bruñendo el bordad o de las letras magnas y verdaderas, esas letras que ahora no nos atrevemos a repetir en el periódi co porque son palabras que nos comprometen a todos y sólo tienen detrás la verdad fría y sonriente de la mentira. Se cumplen los pronósticos. Qué alivio caer en los brazos anónimos de una mentira. S omos los grandes estafados y ya lo sabíamos, porque no es que haya un hombre muy astuto, sino que h emos acudido a que nos engañasen, porque el engaño es cómodo para el que miente y para el mentido. La mentira es una verdad que se engrasa de sonrientes verdades. Cuando empezó la película, la fábul a, el ejercicio de la mentira, algunos hombres, entre los que uno se cuenta, preferimos ser insulta dos a ser engañados. Y despertó una catarata de ironías a nuestra espalda. Éramos los que no sabían dejarse engañar y maltrataban la exquisita mentira con elegantes latigazos de verdades. La trampa principió con este trueque nauseabundo entre mentiras y mentiras. Hoy, que ya se las puede llamar v erdades, sabemos definitivamente que se negocia mejor con el engaño, que el mentidero hace subir la Bolsa, que la moneda de curso legal no es la sinceridad sino lo otro. Gracias a eso otro hemos lle gado a la sinceridad a la inversa. Ahora, que nos lo cuenten todo por la televisión. Cuéntame cómo pasó. ¿Les suena el título? Ya tenemos la historia tal cual y, como en otros momentos, ese temblor de sinceridad que lo explica todo a la sombra de las estatuas de la Plaza de Oriente que volaron en piedra desde el cielo al pedestal. Ahora reímos nosotros contra las dinastías de la tarde, que no son las verdaderas dinastías. Un aleteo de vencejos azota el aire. La autenticidad del pueblo salpi cado se impone contra la mendacidad del dandismo mentiroso. Los profesionales del engaño, los funci onarios de la fábula están como agotados. Ya no tienen más fondo ideológico que el fondo de armario . El villano y el otro van a encontrarse frente a frente en la limpidez de la hora. España tiene ho y el perfil expectante de sus dos multitudes esenciales. ¿De qué ríen y burlan los fanáticos de la broma? La mentira es hermosa como una meretriz, pero se agota pronto y nos ha tocado.