Mitologías
El señor Zapatero se forjó una mitología castellanoleonesa cuando estaba de joven agustino en el colegio de la citada ciudad, o sea León. Y esa mitología pequeñoburguesa es la que está ahora donándole sonrisas y que nadie sabe de dónde han salido. Zapatero, siendo casi un niño, empezó a dar guerra hasta obtener de los leoneses lo que ahora tiene, es decir una república galante y restringida para tratar con las otras repúblicas peninsulares. Porque así es como quiere gobernar el hermoso segundón. Tras la muerte de Franco toda España empieza a exfoliarse en una pluralidad que consigue Zapatero cambiando la moneda por pesetas y las pesetas por imágenes ecuestres del César Visionario. ZP nos ha tenido desconcertados porque realmente desconocíamos su proyecto, que consiste en darle a cada uno lo que pide, reservando la calderilla para mis queridos judíos de la calle de Postas, aquí en Madrid. Porque, efectivamente, la operación ha sido de cambalache y aquí cada uno se va resolviendo con los duros del anterior. Son las mitologías de segunda mano glosadas por Ramón, que ya definió Madrid como una tierra mora. Efectivamente, en esta ciudad cada provincia es recibida ya como un estandarte del Año Santo Compostelano, sólo que con mendigos, muertos, penitenciarios del Año Santo a lo Fraga Iribarne, que tiene un andar de procesión y una melancolía santiaguesa cuando gobierna su Galicia desde el palacio de Santiago. Lo de Cataluña es La Pedrera de Gaudí, una gobernación que tiene mucho de laica con sucursales wagnerianas en el Liceo, el Molino, el Ateneu, las señoritas de Picasso y las novelas de arroz y tartana. Cada comunidad es una república de clase media en la España que soñara José Antonio. Ya ven que vamos bien, y lo que se pierde por Despeñaperros se gana por el Rocío y por Las Ventas, aquí en Madrid, que es la gran mitología de los caballos y los toros. El señor ZP quiso hacer la mitología de su reinado y le está saliendo la mitología castiza y cheli de Madrid. Hay como una confusión de mitos que se resuelven en los almuerzos de Esperanza Aguirre, que quiere desplazarse a sí misma de la Comunidad, y las trampas de Pepiño Blanco, que sigue improvisando lúcidas mentiras que salen adelante sin resolver, pero exhiben el leonesismo ilustrado de Erasmo, aquí un colega, aquí un conocimiento, aquí ya digo, no tenía el gusto. El Real Valladolid sube a Primera, unos hinchas atacan al Getafe, cosas, en fin, que no se habían visto nunca, como se ve a Pere Gim-ferrer dando conversación a las señoras. El país se dispersa en una floración de prestamistas y ateneístas que vuelven a tomar café en el Ateneu. Tuvo más variedad y amenidad la Cataluña de Montserrat Roig, ya en la tiniebla de luz que fue su juventud literaria, y el hotel Ritz, ella con sus botas que siempre usó, como una mitología progre y sus novelas en tiempo de cerezas. La moraleja es que comunidades y autonomías se han logrado por sí mismas y no por ZP, que sólo ha puesto una visita y un dinero para sentirse Kennedy sancionando a Bush por no hacer el amor sino la guerra.