Artículos Francisco Umbral

Gimferrer


Llama Gimferrer desde Barcelona en plan fiesta privada. Claro que la llamada de Gimferrer siempre es fiesta en Madrid, por la entidad del personaje y la escasez de sus llamadas. Para mí es como si dijeran que me ha llamado Rubén Darío. Dentro de la vida literaria, que tenemos en Madrid un poco olvidada, Pere Gimferrer es el ángel pertinente de la comunicación. Para algunos poetas madrileños es como si les llamase aquella novia que nos dejó justamente en Barcelona. Mientras ella vivía yo esperaba carta suya todas las mañanas y después seguí esperándola. Algo parecido me pasa a mí con el Pera, sólo que en más luto. De todos los géneros literarios, el que más se ha perdido es la correspondencia, aunque hay un premio con ese título que a uno le dio una vez el señor García de la Concha y que se llama Premio Juan Valera. No sé si siguen dándolo, pero todavía estoy muy agradecido al señor García de la Concha, director de la Real Academia y artífice del galardón que digo. Cuando ya se han escrito y difundido todas las novelas sobre Da Vinci volveremos a escribir cartas y a Gimferrer le darán por fin el Premio Nobel. En cualquier caso Gimferrer es el modelo de escritor de oficina, pues dedica su mejor tiempo a escribir cartas para quedar bien con los amigos y poner los puntos sobre las íes a los enemigos, y en este caso a los enemigos, entre los que me cuenta diciendo que le llamo «cobarde» y denuncio a Corín Tellado, que es toda ella una literatura. Los catalanes perdieron el Liceo pero han recuperado el catalán para desentenderse de Castilla. En todo caso, una llamada de Gimferrer tiene más literatura que todo un año de premios catalanes. Le ruego al excelso Pera que me escriba con cautela porque yo todas las cartas las convierto en literatura, incluso las de Corín Tellado. Un poeta madrileño suele tener a la vista la Academia y una flor natural, pero el escritor castellano sólo tiene un ministerio adonde va por las mañanas a fabricar sonetos. Con este enjuto bagaje de pronto le dan el Nobel. Lo que me asombra es que a Corín Tellado no le hayan otorgado todavía ninguna clase de premio. Sólo unos millones de euros cuando sus personajes son tan castizos que sólo se aman en pesetas. PG suena siempre extranjero, lo cual es un sonido muy propicio para que te den premios nacionales. Me imagino todas las mañanas al niño Pere encaminándose al colegio para aprender a fondo el catalán que en el día de mañana será nacionalizado para darle a él un premio en español. A los grandes poetas Dios no les deja de la mano. Yo, a los grandes amigos, tampoco. En sus largas llamadas telefónicas consagra varios idiomas. Habla mucho por teléfono y al final no sabe uno qué lengua maneja últimamente el mejor poeta joven e insistente de Cataluña. Pero hoy ha llamado Gimferrer desde ese ministerio imaginario donde invocaba Kafka a la Justicia y donde invoca éste a su editor. Gimferrer parece siempre, cuando nos llama, que nos está examinando de reválida catalana. A mí no me cabe duda de que eso es lo que está haciendo. Es, ya digo, diabólico como examinarse de Kaf-ka con Kafka.

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