Artículos Francisco Umbral

La Pantoja


Antes de la guerra, Morena Clara y Miguel Ligero tenían que robarle al señor tendero los jamones para comer. Ahora, después de la guerra, Lola Flores ya no tuvo que robar nada a nadie porque los jamones se iban tras ella. Mayormente Cesáreo González. Quiere decirse que donde van ahora los flamencos es a Marbella para ponerse a la cola del blanqueo. Pero esta movida económica está teniendo un nuevo vuelco, que es el que le han dado La Pantoja y su galante galán y ella propiamente dicho. Parece que la Justicia en marcha venía de lejos y ahora ha quebrado la alcaldada del señor alcalde, que multiplica las esposas como un sefardí y las monedas como un torero. La Justicia, como veníamos diciendo, ya no actúa cuando la del alba sería, sino que espera coger al delincuente cuando está más tierno, metido en su primer sueño, para que rinda más beneficios y más rentas. Don Julián Muñoz, si ustedes se fijan, ha tenido momentos muy bonitos para ser entrullado, en su largo romance con la cupletista, pero el Gobierno, a su vez, ha preferido esperar para que el arroz y tartana estuviera hecho, y le ha quedado un guiso doméstico que la Pantoja no podía esperar de su galán, un maduro muy hecho. La Autoridad, con estas cosas va presentando cada día mejor cara y hasta puede ganar las elecciones. Cada día ejercen mejor esos que ejercen la Justicia, hasta el propio 'Pepiño', y ya todo se parece a la dictadura por aquello de mandarte el motorista, que Franco lo mandaba como las balas y nuestra querida Policía coge a Garzón, le manda invitación para cenar a casa de gente bien y luego entre todos le apuntan los que tiene que entrullar, aunque el que entrulla es él y muy justamente, por algo le habrán llamado. Estamos escribiendo un artículo de La Pantoja que trata del ex alcalde marbellí, porque ahora hay tanta Justicia que si tratas directamente del culpable te mandan a dormir, como la cupletista, desparejado, y eso ya duele mucho en mitad de los periplos sentimentales. Siempre hay una Morena Clara y un Miguel Ligero de cascos para pespuntear una película española donde, contra lo que creíamos, se apalanca jamón toda la vida. Don Julián Muñoz es el Miguel Ligero, según las cuentas que le están echando, si son ciertas. La Pantoja es una Morena Clara que se está poniendo muy oscura por las noches al raso. A Marbella no va uno ya para alternar con Fefé, que tiene más clase, sino para alternar con Julián Muñoz, si la sentencia recoge algún paseo como a De Juana le pasean con su prometida. Esto de la legislatura se está poniendo muy dulce. Los flamencos y aficionados ya no blanquean coca, sino euros de 500, que nadie ha visto ninguno. Todo parece más legal, pero estamos acabando con nuestros flamencos y flamencas, que hay que ponerles autoridades de guardarropía para que el estreno quede más lucido. El folclore siempre ha sido incompatible con la raza, pero ahora este Gobierno nos lo explica más crudo. Lo de La Pantoja parece crudo como lo de Juana de Arco. Ella es una Juana de Arco marbellí que no gana para disgustos y otros sustos. No hay mujer que haya querido tanto a un alcalde. Ni siquiera a un concejal.

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