Artículos Francisco Umbral

Tierra baldía


Fuimos tierra baldía, somos tierra baldía como la cantó Eliot desde un papel secante. Somos tierra baldía y lo fuimos en marzo, cuando una guerrilla de árboles caía bajo los rifles aspérrimos del tiempo. Abril subsiste en nosotros si miramos todas las lejanías que se abren cada mañana como anunciando algo que no viene. Somos tierra baldía y ya no damos nada sino la herencia de los perros blancos y la conversación del buen vecino. Por todos los caminos se aproxima otro mayo, cuando las señoritas firman hermosas cartas renunciando a sus armas de amor en los cajones. Eliot yacía en su despacho anónimo y era sólo el poeta que no cogía el teléfono. Leamos despacio a Eliot cuando pasan sus libros, gravemos sus poemas por detrás de un balance, que todo lo que dice se quede entre nosotros y todo lo que llora sean pájaros pequeños anunciando un Dios leve, el Dios de los banqueros. Eliot es un viaje de ida y vuelta para que en Wall Street le enseñen los banqueros a matar esos pájaros que no encuentran el mar. Aquí, en otro hemisferio, viendo crecer los árboles que sólo ascenderán en nuestra idea, seremos del color de un pino viejo, la espalda de un gran bosque, la llegada inminente de un cielo ya habitado. Mayo canta el suceso como si fuera ayer y los hombres del tiempo ondean sus lluvias finas saludando a quien viene del numeroso Norte. Vemos irse de espaldas leyendas del invierno y un cielo trabajoso se nos posa en el pecho. Somos tierra baldía como dijera el poeta y yo maldigo ahora a quienes no recuerdan y con crespo bigote saludan a los muertos. El día no entra de golpe como un sereno antiguo, el día entra despacio con pasos muy menudos y se posa en las cúpulas de algún árbol antiguo para tomar despacio el primer trago de oro. Una clara tiniebla, tiniebla hecha de luces, da sus besos alegres de pastora perdida. Mis gatos ya cansinos miran con ojos vivos a los pájaros raros que fabrican un árbol. Así viniera Eliot en sus ebrias mañanas, para cantar en prosa lo que pasa en su mundo. Luego le salen versos de firme esquelatura y hay mudos colegiales que le plagian la sangre. Eliot es un cruzado de sacerdote y poeta, y entre esos dos banqueros telefonea el dinero. Eliot viniera en prosa para marcharse en punto. Eliot es un buen chico que ha cumplido con todo. Saludos al poeta que dura todavía. Le haremos unos versos cuando cante en inglés. Tiene usted que venir, caballero del Norte, a decirnos sus prosas, que son tierra baldía. Tierra baldía es el suelo donde crecen mis tierras, donde ahora planto pinos que huelen a mi infancia, soy un adusto niño que ha hecho crecer un árbol. Tensos orfelinatos le miraban de lejos y él seguía caminando y encontrándose un dólar. Así hizo su fortuna este ahorrador de cuento y así saludo ahora el regreso de Eliot, a quien teníamos preso en una cárcel blanca, recontando peniques, ah el pequeño banquero. Tierra baldía y acuosa con piraguas felinas, he tomado la barca donde navega el tiempo y pronto será junio mi adolescente cielo. Tierra baldía que cruza hoy por todas las cúpulas, tan alta maravilla me mantiene hoy erguido en la tierra baldía.

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