Artículos Francisco Umbral

La nariz de Pablo Iglesias


Pum, zas, toma, ya está, pumba, hale, fuera, zas, la nariz de Pablo Iglesias ha vuelto a volar porque es una nariz viajera de la Historia y hay muchos que le tenían ganas. Este periódico lo daba ayer, había mucha gente que le tenía ganas a Pablo Iglesias, fundador del socialismo español y también del sindicalismo tal y como lo hemos conocido los madrileños, más identificados con el gran político por su residencia capitalina, por su condición de viandante y por su capita de diputado con todas las consecuencias. Pues ya está. En el clima de violencia y sorpresa en que nos ha situado el presidente del Gobierno siempre es de esperar que pasen estas cosas. Se fundan muchos partidos y todos con la saludable voluntad de partirle la nariz y la cara al enemigo. En cualquier caso es más tranquilizadora la nariz del enemigo malherido que la cabeza de pensar, aunque hay algunos que sí que piensan con la nariz, por ejemplo esa nariz pensante que tanto se encuentra uno por la calle en las capitales autonomistas. Nariz nacionalista que vive de romper otras narices. Era emocionante encontrarse con don Pablo Iglesias en el cementerio civil y leer su lápida. Recuerdo a los que no faltaban nunca, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Ramón de Garciasol, Leopoldo de Luis, Pío Baroja, etcétera, y no faltaban nunca porque no iban en su calidad de socialistas sino de muertos. Había una vieja que barría el cementerio por 20 duros y ahora no lo hubiera hecho por 20 euros, o sea entregándose al vil redondeo, porque lo suyo no era ganar dinero con los socialistas sino ganar votos con los rojos, que es otra cosa. A don Pablo Iglesias todo el mundo le ponía el don, aunque le iba más suprimírselo, pero no a golpes y a tiros como hacen ahora. Valerosos y comprometidos escultores han trabajado siempre en la nariz de Pablo Iglesias, a veces sin saber para quién lo hacían, porque este partido ha vivido azarosamente, perseguido por dos fuerzas imposibles: la fuerza del dinero y la fuerza de la idea. Ahora, a pocos días de unas elecciones municipales, esa nariz de piedra e inspiración peligra fúnebre, como una nariz de cadáver, que es por donde suelen partirte la nariz cuando eres rojo o muerto. Esa nariz de piedra y peligro se la han roto ahora a don Pablo, aunque lo que querían romperle era la cara, atribuyéndole luego el desastre a la derecha violenta y reaccionaria. O bien a la izquierda como denuncia de la barbaridad de la citada izquierda. Como ven ustedes, la nariz de un clásico, un moderno o un sindicalista está siempre en peligro y es complicado asunto. Consultando a las estatuas, como los hombres del tiempo consultan a los dioses, llegamos a saber a quién le van a estropear la cara o quitar el caballo. En todo caso, la Castellana está populosa de generales románticos e isabelinos que van a La Paz a que les recompongan la nariz estropeada en la guerra civil fría que ahora vivimos. Lo que no se comprende es cómo don Felipe González no ha tomado cartas en el asunto con su autoridad histórica y personal. Don Pablo Iglesias estuvo enterrado en el cementerio y en el Retiro, según el Gobierno andante, y siempre corrió peligro. Tiene narices.

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