Artículos Francisco Umbral

Viva Kuwait


Con la victoria de Javier de la Rosa sobre el cuarto ejército del mundo, que era el iraquí, este señor se está saliendo de madre y de las portadas de las revista que era su sitio de toda la vida. Ahora dice por la radio que los españoles «hemos perdido una oportunidad histórica para convertimos realmente en una gran potencia y ser considerados como tal».

El señor de la Rosa, ya ven, que desde ayer habla con más autoridad que Bush y parte y reparte justicia, insultos y encargos con toda desenvoltura, está un poco decepcionado, hombre, porque el pueblo español no ha montado un dos de mayo por Kuwait, no ha hecho una Armada Invencible de las tres carabelas, no se ha levantado como un solo kuwaití armando los sitios de Zaragoza, la defensa del Alcázar, la guerra civil, Numancia y Sagunto, la carga de los mamelucos, todo junto y a la vez, como la Antología de la Zarzuela, de Tamayo, por defender esa cosa tan española y castiza que es el Emirato petrolero de Kuwait, ese sitio tan nacional y tan nuestro, esa bandera tan tradicionalmente ibérica que es el petróleo. Don Javier no nos perdona nuestra falta de patriotismo kuwaití. Pero el patriotismo es una cosa que se lleva en la cartera y si nosotros cobrásemos del Emirato tanto sobre como don Javier, que es que cobra un huevo de la cara, a lo mejor habíamos estado más heroicos, hombre. Claro que así no tiene mérito, dirá él.

«A nivel de pueblo se ha desaprovechado una gran oportunidad». Ya escribe Cela en su último libro que quienes dicen «a nivel de» son directamente unos gilipollas. Don Javier de la Rosa quiere hacer del Golfo otro 98 del pueblo español, otro Desastre, y está desmoralizando al país a través de todos los transistores, taxis, radios y casetes de Madrid. Claro que él habla «a nivel de empleado» del Emirato y para eso le pagan, también para eso: para largar. Y que es una lana lo que se lleva. Dice que hemos desaprovechado la oportunidad de convertimos en una gran potencia. Pero no añade que en una gran potencia bélica. En esto es como Felipe, que sale muy orgulloso de habernos integrado en una guerra, de habernos apuntado gloriosamente a un bombardeo. Sólo que nosotros, señor de la Rosa, queríamos ser una gran potencia, sí, pero una gran potencia del caviar para todos, la lubina en los colegios, el champán para los clineros y el dólar/petróleo kuwaití para los pobres de semáforo, los ciegos del cuponazo y los parados/muñón de la Gran Vía. Nosotros, don Javier, queríamos ser una gran potencia «a nivel de» ciudadanos justos y benéficos, por decírselo con nobles e ingenuas palabras españolas, no «a nivel de» ejército mercenario, y menos aún de épicos gratis. Mire usted, don Javier, a este viejo y usado pueblo le coge ya muy cansado para hacer de Daoíz y Velarde por una cosa tan madrileña como Kuwait, que ni sabemos bien dónde está ni nos importa. A este anciano y comido pueblo que usted ha insultado ayer, le llega ya un poco tarde esa alta ocasión de hacer de Cascorro con una lata de petróleo kuwaití, y no digamos de Churruca, héroe del mar dilecto de Franco. Está usted haciendo franquismo involuntario, joven.

Quizá es que con tanta movida madrileña no cogemos bien el casticismo de Kuwait, ese bajalato medieval que mantiene un pueblo feudalizado y sin desayunar. Insulta usted a nuestros banqueros, quitando dos. Nuestros banqueros también son pueblo, oiga, y prefieren invertir en la paz de España mejor que en la guerra persa, o sea su guerra, la de usted, tío (KIO), que nos ha vendido ya toda clase de tranvías viejos y ahora nos está vendiendo una guerra, la suya, mediante la eficaz dialéctica chalanera del insulto y el acojone del cliente. Usted disimule si no hemos estado «a nivel de», pero a los españoles nos mueve la casta, como a nuestros toros, y el casticismo de Kuwait nos queda así como «La Corte de Faraón».

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